La UIL, la tercera confederación sindical italiana con 2,5 millones de afiliados, acaba de celebrar su XVI Congreso en Roma. La USO ha estado presente junto con otros 70 invitados internacionales. El inicio del Congreso estuvo marcado por la decisión de la propia UIL y de la central mayoritaria, la CGIL, de convocar una huelga general conjunta el día 12 de diciembre para combatir la ola de medidas de austeridad del gobierno de Matteo Renzi.
Estas medidas de austeridad, decididas de forma peligrosamente unilateral, sin pasar por la concertación con los interlocutores sociales, suponen una nueva agresión en contra del mundo laboral: hundirán a millones de italianos en la pobreza mientras dejarán ilesos a los especuladores financieros responsables de la crisis. La decisión de las dos confederaciones provocó la huida del Ministro del Trabajo, quien renunció a su discurso en el congreso de la UIL, ante los silbidos de los 1.200 delegados presentes. La CISL, la tercera confederación nacional, optó por no participar en la huelga general.
El discurso de apertura del secretario general saliente, Luigi Angeletti, subrayó la urgencia de un cambio radical frente a la situación desastrosa de la economía italiana, con un mercado laboral carcomido por el paro, la precariedad y una evasión fiscal estimada en 180.000 millones de euros anuales. La UIL exige una reforma tributaria de gran envergadura, y un mejor aprovechamiento de los fondos europeos. La flexibilización de la Ley Fornero de reforma de las pensiones es otro caballo de batalla, junto con el restablecimiento de un verdadero diálogo social y el respeto a los convenios colectivos de todos los ámbitos.
Carmelo Barbagallo, recién electo como nuevo secretario general de la UIL, recalcó por su parte la necesidad de intensificar el trabajo sindical a escala europea. La secretaria general de la CGIL, Susanna Camusso, protestó enérgicamente en su intervención en contra del vergonzoso plan del gobierno de recortar el 30% de las subvenciones otorgadas a los sindicatos para prestar servicios de asistencia a los ciudadanos más vulnerables -jubilados, parados y trabajadores migrantes-, tanto en el territorio nacional como en el extranjero. Este ataque frontal vergonzoso en contra de los sindicatos demuestra la clara voluntad política de debilitarlos.
Bernadette Ségol, secretaria general de la CES, recordó que las políticas actuales en la UE han incrementado el paro y la precariedad y han devastado las economías de países ya arrodillados por la crisis, como Portugal y Grecia. Las propuestas alternativas elaboradas por la CES, el Contrato Social y el Plan de Inversión para el Empleo y el Crecimiento, son verdaderas soluciones alternativas que sin embargo los gobernantes europeos pasan por alto. Insistió también en la importancia de seguir luchando por la igualdad de género y el trabajo decente.
Por su parte, John Evans, secretario general del TUAC, advirtió del peligro de las crecientes desigualdades en nuestras sociedades y subrayó la necesidad de fortalecer el sector publico. A modo de conclusión, Luca Visentini, secretario confederal de la CES y miembro de la UIL, abogó por el fortalecimiento de la CES para que pueda incidir mejor en las políticas europeas y afianzar las alternativas al « austericidio », pensamiento único de todos los gobiernos de la UE independientemente de su color político.
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